Matrimonio

Fundamentos para niñosAsí como hay diferentes tipos de relaciones, también hay diferentes tipos de amor. Por ejemplo, está el amor entre amigos y hermanos. También está el amor entre padres e hijos, y además hay un tipo de amor único entre un hombre y una mujer que se comprometen a un amor fiel y exclusivo, para toda la vida, en el matrimonio. Estos son los tipos de relaciones planeadas por Dios desde la creación de Adán y Eva, nuestros primeros padres. Cada tipo de amor expresa ser un “entrega de sí mismo” a otro. Cada expresión de amor nace del amor de Dios.

¿Cómo expresas tu amor por tus amigos, tus hermanos o tus padres?

Expresiones de amor

En cada tipo de relación, hay ciertas maneras apropiadas de expresar amor. Lo apropiado de la expresión depende del tipo de relación. Los amigos, por ejemplo, podrían expresar su amor con un apretón de manos. Esto mostraría amigos en igualdad, disfrutando de la mutua compañía.

Los padres, muestran el amor por sus hijos por ejemplo, cuidándolos. Este amor puede ser expresado con un abrazo, palabras amables o al satisfacer necesidades y deseos materiales (¡como galletas con chispas de chocolate!). Como los padres son responsables por la crianza de sus hijos, la relación no es una relación entre iguales.

También está el amor entre los esposos. Cuando un hombre y una mujer tienen sentimientos fuertes el uno por el otro y se sienten sexualmente atraídos, Dios los llama para que reconozcan esta expresión única de su amor en un compromiso matrimonial (lee Tobías 7,11–13). La expresión única del amor matrimonial se llama amor conyugal.

Para casarse, las parejas católicas celebran el Sacramento del Matrimonio. El Sacramento del Matrimonio es la celebración de un hombre bautizado y una mujer bautizada que se unen con un lazo de amor conyugal mutuo para toda la vida. El Sacramento del Matrimonio es uno de los dos Sacramentos al Servicio de la Comunidad.

El lazo de una pareja casada

El matrimonio no es como cualquier otra relación de amor. Mediante el matrimonio, un hombre y una mujer toman el compromiso de amarse antes de expresar plenamente su amor. Al hacerlo, expresan su complementariedad con respeto hacia el otro y exclusivamente del uno para el otro.

El amor matrimonial se expresa según los dos únicos sexos. En esta expresión de amor, los esposos honran la misma dignidad de ser hombre y mujer. Sus votos de amor son una entrega completa de sí mismos al otro, la promesa de amarse libremente, fielmente, completamente y para siempre.

El amor conyugal es exclusivo, permanente, inquebrantable y fiel. Su amor expresa dos importantes aspectos de su relación: su lazo como pareja y su apertura para aceptar y criar hijos.

La pareja casada se transforma en un signo del amor de Cristo por su Iglesia. El amor matrimonial cristiano, como el amor de Cristo por la Iglesia, es un signo del amor fiel e inquebrantable de Dios por su pueblo.

Cualidades esenciales

En la carta a los Efesios, Pablo anima a los esposos a amar a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia. Igualmente anima a las esposas a respetar a sus esposos. Esto refleja el amor y el respeto que existen entre Cristo y su Iglesia (lee Efesios 5,21–27).

Cuando un esposo y una esposa se nutren y valoran el uno al otro de esta manera, se convierten en un Sacramento viviente. Son un signo viviente mediante el cual Cristo obra en el mundo. La pareja casada y sus hijos son la Iglesia doméstica o “iglesia del hogar”. La familia escucha la Palabra de Dios, reza unida y sirve a los demás con benignidad y compasión. Todos los cristianos bautizados están llamados a servir como lo hizo Jesús, a ser un signo viviente de la presencia salvadora de Dios, como la única familia de Dios.

¿De qué manera vive tu familia como una “iglesia del hogar”? ¿De qué maneras contribuyes?

Cuando el egoísmo y el materialismo reemplazan al servicio y a la comunión, los matrimonios y las familias no tienen éxito y esto puede llevar a la separación o al divorcio. Como el amor conyugal es mutuo, requiere la cooperación de ambos esposos. El divorcio no solo es doloroso para la pareja casada, sino también para toda la familia. Lamentablemente el divorcio es una realidad en muchas familias. Muchas personas divorciadas desean mantenerse fieles a la Iglesia y criar a sus hijos en la fe católica. La Iglesia los sigue apoyando como miembros bautizados y reza para que se resuelvan sus dificultades.

Unión sagrada

En el Libro del Génesis, el plan de amor y de vida de Dios se revela cuando crea a la humanidad a su imagen y semejanza, tanto la mujer como el hombre con la misma dignidad pero únicos en su sexo (lee Génesis 2,22–24). Cristo Señor elevó al matrimonio a la dignidad de Sacramento (lee Juan 2,1–11). A diferencia de otro Sacramento en el Rito Latino, los miembros de la pareja que va a casarse son los ministros del Sacramento. Por su libre consentimiento ante la Iglesia, un hombre bautizado y una mujer bautizada se ofrecen a sí mismos como un don para el otro. Se vuelven uno, de acuerdo al plan de Dios. Jesús repitió esto cuando les recordó a los fariseos las palabras del Libro del Génesis:

De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido. – Mateo 19,6

Una realidad salvadora

El amor matrimonial entre los esposos es una “realidad salvadora” (lee Isaías 54,5–8.10). Esto significa que un esposo y una esposa deben trabajar para el bien del otro y estar abiertos a la vida, a aceptar y criar hijos. Actos como el adulterio, la anticoncepción, el divorcio y la poligamia son contrarios a la dignidad del matrimonio.

Mediante el Sacramento del Matrimonio, la pareja casada entra en una alianza en la que su amor se sella y se fortalece por la gracia de Dios (lee Oseas 2,21–25). La pareja casada se convertirá en una comunión de amor, en la imagen de la Santísima Trinidad.

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