Patrona de Paraguay
En los albores del 1600, un indio guaraní, converso de la misión franciscana de Tobatí, se encuentra en grave peligro de muerte. Está rodeado por los fieros mbayáes, tribu que no ha querido aceptar la fe cristiana y se ha declarado acérrima enemiga de los conversos. En la espesura del monte un grueso tronco se ofrece como un refugio seguro y allí se esconde, agazapado y tembloroso, pidiéndole amparo a su Madre del Cielo, la Inmaculada, que los buenos frailes le han enseñado a amar profundamente. En ese momento promete que tallará, con la madera del árbol protector, una bonita imagen de la Virgen, si es que llega a salir con vida del trance. Sus perseguidores siguieron de largo sin advertir su presencia, y el indio escultor, agradecido, en cuanto pudo regresar, tomó del árbol la madera que necesitaba para su trabajo.
Del tronco surgieron dos tallas; la mayor fue destinada a la Iglesia de Tobatí y la más pequeña la conservó el indio en su poder, para su devoción personal. Años después la gran inundación que creó el lago de Ypacaray amenazaba con destruir los poblados cercanos y los frailes franciscanos, acompañados de los habitantes de la región, organizaron rogativas pidiendo la tranquilidad de las aguas. Se cuenta que el Padre Luis de Bolaños bendijo las aguas y estas retrocedieron hasta sus límites actuales. Junto con la calma, apareció notando un maletín sellado que encerraba en su interior una imagen de la Virgen, que fue reconocida por los presentes como la misma que el indio tallara años atrás. Desde entonces el pueblo la llamó la "Virgen de los Milagros".
Nuestra Señora del Caacupé es una hermosa talla en madera de delicado rostro ovalado y ojos azules, como la Inmaculada. Une sus manos en oración sobre el pecho y su rubia cabellera le cae sobre los hombros. La pequeña imagen mide solamente unos 50cm, aunque hubo un tiempo en que, por darle un mayor realce que permitiera colocarle largos y vistosos mantos, se alargó desproporcionalmente su figura. Para corregir esto, las autoridades eclesiásticas decretaron se volviese a la proporción original de la imagen. La Virgen de los Milagros viste una lujo a túnica blanca y lleva sobre sus hombros un exquisito manto azul celeste. La túnica y el manto, están cuidadosamente bordados en hilos de oro. La imagen está de pie sobre una esfera que se apoya en una gran media luna. María parece pisar una serpiente, alusión a los textos del Génesis y el Apocalipsis.
En 1945 comenzó la construcción del templo actual que, aunque todavía no se ha completado, guarda la imagen de la Virgen de los Milagros de Caacupé en el centro religioso del Paraguay, lugar de encuentro entre la Patria y la Iglesia porque esta bendita imagen ha acompañado todo el proceso de formación de la nacionalidad paraguaya. Cada 8 de diciembre en la gran fiesta de María de Caacupé los peregrinos llegan por millares al Santuario. Vienen a pie, en bicicleta o en lo que puedan, a demostrar su amor y gratitud a la Madre de todos, a la "Virgen Azul del Paraguay".
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