El Séptimo Mandamiento
No robarás. – Éxodo 20,15
El Séptimo Mandamiento enseña que vivimos las virtudes de justicia y caridad en nuestras relaciones con las demás personas. Debemos usar los bienes de la Tierra de manera responsable y con corazón generoso. La manera en la que tratamos el medio ambiente y cómo usamos los recursos naturales tiene un impacto en nosotros y las futuras generaciones. Dios nos llama constantemente a ser buenos administradores de su creación. Debemos usar nuestros recursos sin desperdicio, incluso con generosidad hacia aquellos que más necesitan.
Este Mandamiento prohíbe el robo, la estafa, el tráfico humano (esclavitud), el mal uso o el daño hacia la propiedad de las demás personas y el pago de remuneraciones injustas. Si quebramos este Mandamiento, tenemos la obligación de reparar todo daño que hayamos causado y reparar lo que hemos hecho injustamente. A esto se le llama reparación.
El Séptimo Mandamiento también nos enseña acerca de la importancia del trabajo. Nuestro trabajo virtuoso es una participación en la obra de Dios Creador. Como estamos unidos a Cristo por el Bautismo, nuestra obra debe unirse al suyo. Una obra importante de la vida cristiana es la limosna. De esta manera, la obra que hacemos es un acto de generosidad y caridad: amar a nuestro prójimo como Dios nos ama a todos nosotros. Todo en nuestra actividad diaria es para honrar y glorificar a Dios.
El Octavo Mandamiento
No darás falso testimonio contra tu prójimo. – Éxodo 20,16
Nuestra actividad diaria también debe estar en la búsqueda y la defensa de la verdad. El Octavo Mandamiento es acerca de la verdad. Ordena que debemos vivir con honestidad y en la verdad. Debemos respetar el buen nombre de los demás. Jesús nos enseñó en el Sermón de la montaña:
Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. – Mateo 5,37
Esto significa que no debemos ser hipócritas, sino que debemos ser veraces en todo lo que hacemos y decimos, evitar toda ocasión de pecar contra la verdad.
Romper este Mandamiento debilita nuestra confianza y respeto por los demás. Si lo rompemos, tenemos la obligación de reparar el daño que nuestro mal uso de la verdad ha provocado. El buen nombre de una persona es una de sus más valiosas posesiones. Si mentimos, divulgamos falsos rumores o promovemos el chisme dañino, levantamos falso testimonio contra una persona y es necesario realizar enmiendas.
Cuando mentimos, podemos recibir perdón por este pecado al participar del Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación. Estamos siempre obligados a decir la verdad a aquellos que tienen el derecho de conocerla.
¿Cuáles son maneras eficaces de detener la divulgación de rumores falsos y chismes?
El Décimo Mandamiento
No codiciarás nada que sea de tu prójimo. – Basado en Éxodo 20,17
Debemos compartir con los demás las bendiciones que Dios nos ha dado. Debemos evitar la codicia y la envidia, que son Pecados Capitales. El Décimo Mandamiento nos enseña a tratar a los demás con imparcialidad y justicia. Sabemos que estamos tentados de violar el Décimo Mandamiento cuando deseamos demasiado o nos sentimos celosos de lo que los demás tienen. Esta clase de codicia puede llevarnos a poner las posesiones materiales por encima de las relaciones personales. Por ejemplo, si sientes resentimiento por un bien que tiene un amigo, podría ser una señal de codicia y envidia.
Los Diez Mandamientos también nos llaman a ser agradecidos por lo que Dios nos ha dado y ser generosos en los dones que hemos recibido. Todas las bendiciones y los dones son de Dios. Muchos de los dones que Dios nos da debemos usarlos para beneficio y bienestar de los demás. Cuando cuidamos lo que Dios nos ha brindado, ejercitamos la corresponsabilidad. Y en nuestra generosidad, vivimos de acuerdo con la virtud cardinal de la justicia.
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