Dios pone su Palabra en nuestro corazón. Planta su amor en lo profundo de nuestra alma. El Profeta Jeremías compartió esta verdad sobre Dios y nosotros cuando escribió:
[Dios dijo:] “Les daré un corazón para que me conozcan a mí, que soy el Señor”. – Jeremías 24,7
Aunque estemos felices o tristes, triunfemos o tengamos dificultades, Dios siempre está junto a nosotros y nos habla. Su palabra dentro de nosotros actúa como el sol que ilumina nuestros días y como la luna que nos ayuda a ver en la noche. “La palabra de Dios que llevamos dentro es su gracia.” La gracia de Dios nos ayuda a reconocer y aceptar su amor. Nuestro desafío es responder y crecer en la fe.
Aquí hay algunas maneras que nos ayudan a responder y crecer en la fe:
1. Rezarle al Espíritu Santo. El Espíritu Santo vive en nuestro corazón y nos da el poder de llamar a Dios “Abbá, Padre”.
2. Conocer personalmente a Jesucristo, la Palabra de Dios Encarnada. La fe en Jesucristo, el único Hijo de Dios y nuestro Señor, es necesaria para la Salvación. Todo lo que Dios quiere decirnos se nos revela a través de Jesucristo.
3. Estudiar la Biblia, la Palabra de Dios inspirada. Podemos entender mejor quién es Dios leyendo su Revelación Divina en la Sagrada Escritura.
4. Aprender las enseñanzas de la Iglesia. La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura son fuentes de la Palabra de Dios. Juntas, son como un espejo en el que la Iglesia mira y contempla a Dios.
5. Escuchar al Papa, al obispo en tu diócesis y a los sacerdotes en tu parroquia. A través de sus escritos, discursos y homilías, nos enseñan en el nombre de Cristo, para ayudarnos a entender la Revelación de Dios más claramente y vivirla de manera práctica.
¿De qué maneras has respondido a la invitación de Dios para crecer en la fe?
El don de la fe
La fe es un don sobrenatural, lo que significa que es un regalo de Dios. Es una de las tres Virtudes Teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad. La fe no es algo que podamos ganar o merecer. No podemos lograr una fe profunda sólo a través de nuestros esfuerzos. Necesitamos la gracia o ayuda del Espíritu Santo. Debemos rezar por su gracia para conocer verdaderamente a Dios y responder a su amor. Esta clase de fe no es fácil ni automática.
Dios nos creó con el deseo por Él en nuestros corazones. Dios también nos dio libertad para elegirlo o rechazarlo, a Él y a su amor. A menudo, parece difícil aceptar el don de la fe, sin embargo Dios nos da su gracia para animarnos y fortalecernos. La gracia de Dios nos ayuda a perseverar o permanecer fuertes en nuestra fe. Podemos crecer en la fe aprendiendo más acerca de Dios. También podemos elegir aceptar su amor viviendo una vida cristiana. A fin de cuentas, Dios nos llama a que aceptemos el don de la fe abriendo nuestros corazones y mentes para vivir según su voluntad.
¿Por qué puso Dios su palabra en tu corazón?
Confianza en Dios
Creer en Dios está ligado a confiar en Él. Jesús reveló que Dios es nuestro Padre, quien nos creó con amor, por amor y para ser amados. En su amor, Dios se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios sabe todo acerca de nosotros y conoce nuestras necesidades antes que nosotros. Quiere sólo lo mejor para nosotros. El Evangelio nos cuenta que toda la vida de Jesús en la tierra nos demostró que Dios quiere nuestra felicidad. Encontramos finalmente nuestra felicidad en Dios. Nos creó para que vivamos en comunión con Él ahora en la Tierra y para siempre en el Cielo. Dios nos dio la Iglesia para que nos ayude y nos apoye en nuestro viaje de fe.
Describe a alguien en quien confíes y que te haya ayudado a crecer en la fe. ¿Qué hizo esta persona para ayudarte? ¿Cómo respondiste?
Profesar nuestra fe
Desde el principio, la Iglesia ha proclamado orgullosamente su fe en Dios en la forma de un credo. Un credo incluye el lenguaje de la fe como una sincera expresión de la fe de la Iglesia. Como miembros de la Iglesia profesamos nuestra fe a través de enunciados de fe en un credo. Celebramos y transmitimos la Palabra de Dios viva en nuestro corazón y nuestra mente. El Credo de los Apóstoles y el Credo de Nicea son los dos credos principales de la Iglesia.
El Credo de los Apóstoles es uno de los primeros credos de la Iglesia. Está dividido en tres partes:
- La primera parte profesa nuestra fe en Dios Padre, quien creó todo lo que existe, el Cielo y la Tierra.
- La segunda parte profesa nuestra fe en Dios Hijo, Jesucristo, que redimió a la humanidad de la muerte eterna del pecado.
- La tercera parte profesa nuestra fe en Dios Espíritu Santo y habla de nuestra santificación. Nuestra santificación es el don de participar de la vida y el amor de Dios. Esto es posible creciendo en amistad con Dios.
El Credo de Nicea es más detallado que el Credo de los Apóstoles, aunque ambos expresan la fe de la Iglesia de la misma manera. Cuando proclamamos el Credo de Nicea, ofrecemos nuestro corazón en la fe a Dios, la Santísima Trinidad. Porque profesamos juntos el Credo de Nicea como el Cuerpo de Cristo, nos unimos a los cristianos de todo el mundo.
Cada vez que profesamos nuestra fe, Dios sella en nuestro corazón el don de la fe. Este sello es un símbolo de nuestra fe y un recordatorio del amor de Dios en nuestra vida.
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