El sacerdote alza la hostia y dice en voz alta: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”. Nos unimos a él y decimos:
Señor, no soy digno de que entres
en mi casa, pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Después de comulgar, la gente suele ofrecer alguna oración personal de acción de gracias a Jesús. También se puede utilizar una oración tradicional, como el Alma de Cristo o la Oración al Santísimo Sacramento. Para los que no pueden comulgar, la oración para la Comunión espiritual es muy adecuada.