Hacer elecciones morales

Fundamentos para niñosCada día hacemos muchas elecciones. Las decisiones que tomamos, como discípulos de Jesús, para vivir una vida santa y moral se llaman decisiones morales. Nuestra vida es una respuesta a la invitación de Dios y a la gracia que Él nos da mientras realizamos nuestro viaje. Estas son algunas guías para nuestro viaje:

  • La ley natural, las leyes escritas en nuestro corazón. Por ejemplo, “Haz el bien y evita el mal” y “Trata a los demás como quieres que te traten a ti”.
  • La Biblia, en especial el Gran Mandamiento y los Diez Mandamientos
  • La vida y las enseñanzas de Jesucristo y las enseñanzas de la Iglesia

Saber qué cosas determinan la moralidad, es decir, la bondad o la maldad de los actos humanos, nos ayudará también a tomar decisiones morales sabias. La moralidad de un acto está determinada por tres cosas. Estas son:

  • El objeto. El objeto de un acto es lo que hacemos. Es el bien o el mal que hacemos o decimos. Algunas cosas son buenas en sí mismas, como rezar. Otras cosas son malas en sí mismas, como el homicidio. Muchos actos malos, como mentir, engañar o robar, están prohibidos por los Diez Mandamientos.
  • La intención. La intención es lo que quiere o desea hacer la persona que realiza el acto. La intención es el propósito para hacer o decir algo. Una buena intención no puede convertir un acto malo en bueno. Por ejemplo, si una persona roba algo para dárselo a alguien como regalo, el acto de robar sigue siendo incorrecto, aunque la persona tuviera una buena intención.
  • Las circunstancias. Las circunstancias de un acto son las cosas que rodean la decisión. Las circunstancias no modifican la bondad o la maldad de un acto. Pueden lograr que algo que hacemos o decimos sea mejor o peor. Por ejemplo, si una persona roba por temor o por ignorancia, el acto sigue siendo malo e incorrecto, pero la persona puede ser menos responsable de él.

Un acto moralmente bueno necesita los tres aspectos: la bondad del objeto, la bondad de la intención de llevar a cabo el acto y su circunstancia.

Pecado: apartarse de Dios

Las Virtudes Cardinales, como la prudencia, nos ayudan a tomar buenas decisiones morales, que son necesarias para vivir una vida santa y moral. Sin embargo, las decisiones que tomamos no siempre son fáciles. A veces estamos próximos a hacer lo que sabemos que está en contra de la Ley de Dios y elegimos no hacerlo. Otras veces, cedemos ante la tentación y hacemos algo que sabemos que es incorrecto.

Pecamos cuando nos apartamos deliberadamente de Dios y de su amor. Al hacerlo, lo ofendemos. Para ayudarnos a entender con más claridad qué es el pecado, la Iglesia habla de los Pecados Capitales, los pecados mortales y los pecados veniales.

  • Pecados capitales. Estos son pecados que conducen a otros pecados. Hay siete Pecados Capitales (lee Proverbios 6,16–19 y Mateo 15,18–20). Se enumeran, por lo general, como la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza, o desidia. Cada uno de estos Pecados Capitales tiene una correspondiente Virtud Capital que ayuda a resistir la tentación de ese pecado. Las Virtudes Capitales son humildad, longanimidad, paciencia, castidad, templanza, benignidad y diligencia (lee Gálatas 5,19–26).
  • Pecados mortales. Estas son ofensas graves a Dios que destruyen nuestra relación con Él (lee Marcos 10,17–22). Si morimos en este estado de separación de Dios, permanecemos para siempre separados de Él debido a nuestras propias elecciones. Estar separados de Dios para siempre es lo que llamamos infierno. Cuando somos conscientes de que estamos en un estado de pecado mortal, debemos buscar la gracia y el perdón de Dios en el Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación.
  • Pecados veniales. Estas son ofensas menos graves a Dios. Como todos los pecados nos alejan el corazón del amor de Dios, debemos buscar el perdón de todos los pecados, incluso de los veniales (lee 1 Juan 5,16–17).

¿De qué manera la virtud de la paciencia nos ayuda a resistir el pecado de la ira? ¿De qué manera la virtud de la humildad nos ayuda a resistir el pecado de la soberbia? Coméntalo con un compañero.

Conciencia

Nuestra vida está llena de cosas que compiten por nuestra atención. Organizamos datos e ideas para tomar nuestras decisiones. ¿Cómo sabemos lo que es bueno y lo que es malo?

Todo ser humano tiene otra “voz” que llama constantemente su atención. Es nuestra conciencia. La conciencia nos ayuda a juzgar lo que está bien y lo que está mal. Tenemos la responsabilidad de entrenar nuestra conciencia y de obedecer nuestra conciencia bien formada. Cuanto más entrenemos, o formemos, una conciencia buena, mejores decisiones tomaremos que nos ayuden a vivir como seguidores de Jesucristo.

Las personas pueden tener una conciencia que no juzgue correctamente lo que es bueno o malo. Una conciencia así se llama conciencia errónea. Una conciencia errónea proporciona información que conduce a decisiones que están en contra de la Ley de Dios. Cuando una persona elige deliberadamente no trabajar en formar una conciencia buena, esa persona es responsable de su conciencia errónea. Eso significa que también es responsable por el mal que causan las acciones de la conciencia errónea. Sin embargo, si a una persona nunca se le ha enseñado lo que es correcto o si no es mentalmente capaz de elegir, entonces no tiene responsabilidad por el mal que hace.

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