El 3 de abril de 2017

Reflexión sobre el VI Domingo de Cuaresma

 

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El domingo entrante celebramos Domingo de Ramos. Esta celebración marca el inicio de la Semana Santa. Nos unimos a Cristo en esa semana en la cual la Iglesia nos pide que meditemos en la Pasión y Muerte de Jesús, el siervo doliente de Dios. El siervo doliente es el que sufre y carga con la culpa de la multitud, y por cuyas heridas hemos sido salvados. Este concepto que nos presenta Isaías nos hace reflexionar en el sufrimiento del Hijo de Dios y en el nuestro. A veces corremos el riesgo de sobre espiritualizar el dolor y el sufrimiento. Podemos creer que si sufrimos es porque lo merecemos o es voluntad de Dios. Sin embargo, esto puede hacer que no veamos el verdadero valor del dolor. El sufrir nunca fue la voluntad de Dios para el ser humano. Dios nos creó para que fuéramos felices sirviéndolo a él y a los demás. El sufrimiento y la muerte son causa del pecado. Pero como dice un canto muy popular, basado en Ezequiel, “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que viva, que se convierta, y que viva.” Lo que da valor al sufrimiento e inclusive a nuestra muerte, es que nos une a Dios. El siervo doliente de Isaías tiene su confianza puesta en Dios y sabe que no va a quedar defraudado. Cuando sufres, cuando te enfrentas al dolor, ¿ves esto como una oportunidad para entrar en relación con Dios? Medita en esto antes de comenzar la Semana Mayor.