El 2 de abril de 2017

Reflexión sobre el V Domingo de Cuaresma

 

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El Santo Padre al dirigirse a los jóvenes que habían ido a la Jornada Mundial de la Juventud les preguntó: “¿Qué buscan?” pero inmediatamente se corrigió y les dijo: “A quién buscan?” Con este cambio de interrogante, el Papa les quería decir que el creyente no busca un evento necesariamente, sino que busca a una persona, a Jesucristo. De este modo, entendemos que la salvación del ser humano no es un evento, sino que es Cristo mismo quien es nuestra salvación. Uno de los pasajes más poderosos del Evangelio de Juan es la resurrección de Lázaro. Este no es solo un signo o milagro que Jesús hace. Más bien, es una manifestación clara del poder y la gloria de Dios en la Persona del Hijo. San Juan presenta a Jesús auto identificándose como Dios mismo. Explícitamente por las palabras YO SOY. En el Antiguo Testamento vemos que YO SOY es el nombre de Dios. El nombre que le da a Moisés: “Yo soy: YO-SOY Este será mi nombre para siempre, y con este nombre me invocarán de generación en generación” (Éxodo 3: 14a. 15b).. Cuando Jesús le dice a Marta, “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 25a), no solamente se está identificando con Dios, sino que nos está enseñando que la resurrección no es un evento, sino que es una persona que vive y lleva nombre propio: Jesús de Nazaret. Como Marta, déjate preguntar por Jesús: “¿Crees esto?” (Juan 26). Si verdaderamente lo crees, medítalo y ponlo en práctica.